Más tarde cuando estuvimos rozando el rosario me puse a lloriquear un poco. La señora dijo que me razgó el alma:
"¡Dios mío! tu te has llevado la persona que más amaba en éste mundo; Me has privado de ella para siempre; ..."
Y no pude contener mis lágrimas porque es cierto. Te quería tanto, sin darme cuenta siquiera. Y te extrañaré cada día de mi vida.
Después del rosario se acercó tu hermano a contarme cosas de ti. Cosas que más o menos sabía.
Que vendiste leche cuando estabas en la primaria, que te ganabas 10 pesos y que generalmente lo hacías durante la época previa a día de muertos. Vendías 60 litros y que usualmente ibas camino a Xalt*** a vender la leche y que vendías todo en dos horas.
Me contó que tuviste un vocho. Que llegaste a la ciudad a vivir con familia. Que viviste en Lindavista, luego en Tacuba, luego en Cuautepec y ya cuando pudiste trabajar compraste la casa.
Que fuiste el primer ingeniero del pueblo.
Quería saber más y más pero a cada cosa que escuchaba me daban ganas de llorar.
Siempre estuve muy orgulloso de ti. De lo que fuiste como hijo, como hermano, como persona, como esposo y como papá. Y cada historia que escucho de ti me refrenda lo admirable que eras, lo excepcional que fuiste.
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